La sulfluramida es un plaguicida de síntesis química, usado como hormiguicida, que al degradarse se transforma en PFOS (sulfonato de perfluorooctano). El PFOS es un contaminante tóxico, extremadamente persistente y bioacumulable, que está sujeto a medidas de restricción mundial por el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP). Este Convenio tiene como objetivo proteger la salud y el medio ambiente, entró en vigor en 2004 y la mayoría de los gobiernos de las Naciones Unidas, incluidos los países de América Latina y el Caribe, forman parte de él.
A pesar de la peligrosidad del PFOS, se han realizado varias exenciones a su uso. Uno de los “usos aceptables” es el empleo de sulfluramida en cebos para el control de hormigas cortadoras de hojas de los géneros Atta spp. y Acromyrmex spp. La novena Conferencia de las Partes del Convenio de Estocolmo, a celebrarse del 29 de abril al 10 de mayo de 2019, en Ginebra, Suiza, va a evaluar si las exenciones y “usos aceptables” para PFOS todavía son necesarios. Los gobiernos que son Parte van a tomar la decisión de aceptar o modificar la recomendación del Comité de Examen de Nuevos COP para permitir la sulfluramida para uso agrícola.