Marcos Paz, Argentina, 18 de febrero de 2022. Las imágenes , los relatos , los pedidos de ayuda, el rostro de los afectados, la huida de animales silvestres y criados son elocuentes. La Provincia de Corrientes , y cuando decimos provincia decimos sus bienes naturales, sus habitantes , y toda forma de vida, se hallan afectados por una serie de incendios que perjudican a cerca del 10 % de la superficie total del territorio. Es en Corrientes pero también, lo vemos y hemos sentido, en Misiones , Chubut y Córdoba.
Estos incendios no son naturales, ni producto del azar, tampoco de alguna maldición divina, muy por el contrario, reconocen dos causas fundamentales en su concepción , y varias más en su expansión sobre las cuales intervenimos fuertemente los seres humanos. La primera la constituye el cambio y la variabilidad climática relacionada con las modificaciones en las temperaturas y variación en la aleatoriedad y frecuencia de las lluvias. Esta situación afecta tanto a los ecosistemas naturales como a los agroecosistemas recreados por los seres humanos, y que en muchos casos constituyen el sustento de las unidades de producción y consumo familiares. Este cambio climático deviene de la acumulación de gases de efecto invernadero producidos ya por las actividades industriales , como del transporte y de la instrumentación de las mismas actividades agrarias que luego son afectadas por dichas transformaciones. La deforestación, el cambio en la utilización de los suelos , los sistemas de labranzas, la aplicación de plaguicidas y fertilizantes así como la cría y engorde del ganado son responsables de la emisión de estos gases.
Los incendios reconocen causas relacionadas con las estrategias , prácticas y tecnologías puestas en juego durante las actividades agrarias afines con lo que llamamos “modelos productivos extractivistas” que proceden de una visión instrumental y esquilmante de los bienes naturales. Una producción basada más en el lucro y la obtención de máximos
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