América Latina, 3 de diciembre de 2021/ En este 3 de diciembre, Día Internacional del No uso de Plaguicidas, volvemos a mostrar nuestra preocupación respecto al desarrollo de los monocultivos en toda nuestra América Latina. Monocultivos de soja, maíz, algodón, palma aceitera, trigo, arboles exóticos y árboles frutales que determinan la ampliación de la frontera agraria a partir de la deforestación, la utilización de semillas transgénicas, de fertilizantes y plaguicidas. Estrategias, prácticas y tecnologías que determinan un grave impacto social, ambiental, económico, alimentario y cultural.
La agroecología entendida no solo como un modo de producción sino como un paradigma en la cual buscamos reinsertarnos en la naturaleza para producir alimentos de manera sustentable, equitativa y resiliente dentro de la economía social y solidaria, se ve afectada por la instauración, consolidación y apoyo que recibe el extractivismo desde las políticas públicas.
El extractivismo definido como un modo de vinculación donde sobresale una visión de conquista y poder sobre los bienes naturales, los cuerpos y las almas domina las políticas públicas de nuestros países. Un modo de vinculación, producción y comercio caracterizado por el saqueo y la negación del otro, sus derechos y su propia existencia.
Es así como, desde las políticas agrarias que, orientadas, como hace 200 años, a incrementar la producción agrícola para producir saldos exportables, se apuesta a la reducción de aranceles para la importación de precursores de plaguicidas, a la liberalización de semillas transgénicas, como el trigo en la Argentina, a la importación de fertilizantes y a la continuidad en la comercialización de plaguicidas prohibidos en los países donde se fabrican (doble estándar). Se vuelve a confundir el crecimiento, la mayor producción agrícola, con un verdadero desarrollo territorial, ético y humano.
En el mismo sentido los acuerdos para fomentar la minería convencional y a cielo abierto, la instauración de represas, el desarrollo petrolero convencional y mediante fracking son parte de una misma matriz extractiva esquilmante, destructiva e insustentable
Lo volvemos a decir, las políticas públicas que favorecen la expansión de la minería, la actividad petrolera, el acaparamiento de agua y de tierras no son compatibles con la agroecología, ya que estas actividades expulsan productores familiares, contaminan el suelo , el agua y los alimentos, erosionando desde la misma base los principios que sustentan la instauración de verdaderos agroecosistemas. La agroecología es vida, son suelos sanos y saludables, es biodiversidad, son semillas y pueblos libres, incluyendo productores /as autónomos en sus derechos y decisiones.
Sumamos en este 3 de diciembre nuestro rechazo a la Alianza entre la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO) y CropLife, la organización internacional que nuclea a las empresas que producen plaguicidas. Esta alianza impregnará las estrategias, actividades y decisiones de la FAO en relación con las políticas agrícolas de los países miembros determinando un mayor apoyo a la utilización de paquetes tecnológicos basados en semillas modificadas genéticamente y plaguicidas.
Desde RAP-AL llamamos a reflexionar y actuar juntos, y así desde los productores /as, consumidores /as, técnicos, comunicadores/as, tomadores de decisión, y todos aquellos que deseen sumarse, logremos de manera autónoma, libre y pluralista, el desarrollo pleno de la agroecología.
Javier Souza Casadinho
Coordinador regional
Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas, RAP-AL
Lista de PAN Internacional de Plaguicidas Altamente Peligrosos, PAPs en español: