Marcos Paz 23 de octubre de 2020/ Desde el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación (Argentina) se lanzó la “iniciativa 200 millones (200.000.000) de toneladas de cereales , oleaginosas y legumbres” con los objetivos de fomentar y desarrollar nuevas inversiones a fin de incrementar la producción agropecuaria , su transformación y agregado de valor a nivel de las agroindustrias para desde allí incrementar la producción nacional (PBI), generar empleo registrado , producir saldos exportables y con ellos divisas a partir del intercambio internacional atendiendo, para ello a una modificación en el contexto de operaciones. En este sentido dice la resolución 216/2020 del MAGP, la iniciativa consistirá en “organizar y poner en funcionamiento una metodología de trabajo y coordinación de áreas de estudio para la elaboración de alternativas consensuadas de políticas públicas, no vinculantes, orientadas a alcanzar un incremento de la producción agrícola”
¿Por qué decimos que esta iniciativa atrasa? porque una vez más se intentará incrementar la producción y productividad de los sistemas agrarios a fin generar ingresos, de fomentar el desarrollo de la agroindustria, de generar saldos exportables, del mismo modo y bajo los mismos paradigmas reduccionistas y , extractivistas que aquellos contenidos en otros planes y programas que se han implementado en los últimos 200 años. Es decir, sin atender al modo, los caminos, en que se alcanzarán los objetivos, esto es enfatizando en el incremento en productividad, a secas, sin tener en cuenta a las dimensiones culturales, ambientales y sociales.
Ni en la resolución, ni en su anexo, se menciona la palabra sustentabilidad, atender a la composición y características de los agroecosistemas y a su entorno natural, a su posibilidad de recrear las condiciones de su propia existencia, sin el aporte permanente y creciente de energía externa vía la aplicación de fertilizantes, plaguicidas , combustibles. La sustentabilidad es muy diferente a la sostenibilidad de la misma manera que los bienes naturales no son recursos naturales, la controversia no solo es semántica, sino que implica la vinculación con y el manejo de estos bienes que deviene de diferentes cosmovisiones y niveles de integración de los seres humanos en y con la naturaleza.
La iniciativa anuncia “Una recuperación de entre QUINIENTOS MIL (500.000) y UN MILLÓN de hectáreas agrícolas en zonas de exclusión/amortiguamiento con el uso de nuevas tecnologías seguras (Agtech) con una reducción de hasta el OCHENTA POR CIENTO (80%) en el uso de agroquímicos”. En el anexo se hace referencia a las tecnologías “de punta” a fin de reducir el área de amortiguamiento. Cabe recordar que en muchos distritos, y a partir de la movilización de las comunidades, se logró poner un límite a la aplicación de plaguicidas dadas su características químicas, su movilidad en el ambiente y su efecto en la salud. Retrotraer la medida implicaría una vez más exponer a la población, especialmente a los niños a sustancias dañinas para la salud. Respecto a la mencionada reducción en la utilización de agroquímicos, idéntica promesa se hizo cuando se liberaron los cultivos transgénicos en el año 1996, cuando las mismas estadísticas permiten observan como pasamos de utilizar 70 millones de litros /kilos de plaguicidas en el año 1994 a más de 400 millones empleados cada año en los últimos tiempos. Se argumentará que se utilizarán plaguicidas menos tóxicos o aplicados con “tecnologías inteligentes”, cuando todos sabemos que las categorías toxicológicas solo toman en cuenta las afecciones agudas en la salud y nada dicen de las enfermedades crónicas como la afección en el sistema endocrino o la generación de enfermedades epigenéticas. A su vez recordamos que en nuestro país se comercializan 123 plaguicidas altamente peligrosos (HHP) incluidos en la lista de PAN internacional [1]y se comercializan 109 plaguicidas prohibidos en otros países.
Otro de los temas que figura en el anexo de la disposición, esta vez realizado en tono de pregunta, es el de la propiedad de las semillas “¿Una ley de semillas, permitiría acceder a otra genética?”, se interroga la propuesta. Se desconoce que, desde las organizaciones de productores, de consumidores y de la sociedad civil, desde el año 2012, nos manifestamos en contra de cualquier iniciativa que coarte la libertad de los productores de disponer la reutilización de sus propias semillas, las mismas que en algún momento adquirieron en el mercado o intercambiaron con otros agricultores/as. También se debe subrayar que la potencialidad genética de las semillas es solo un aspecto a tener en cuenta en la expresión real de los rendimientos a los que cabe agregar el clima, los suelos y el manejo realizado, en el cual los conocimientos de los productores/as es fundamental.
En ningún caso la iniciativa hace referencia a la soberanía alimentaria, al derecho de las comunidades a decidir que producir, como hacerlo y de qué manera nos alimentamos, derecho que se vulnera cuando se avanza con monocultivos y paquetes tecnológicos por sobre los agroecosistemas dedicados a la producción de alimentos, y a la calidad de estos, cuando solo se propende a la exportación.
Por último, ni en la resolución, ni en su anexo, se menciona las externalidades negativas, el efecto que las políticas derivadas de ella pueden tener sobre las características e integralidad de los bienes comunes o los servicios ecosistémicas brindados por ellos. Ni tan siquiera se menciona tener presente la necesidad de atender a estrategias, tecnologías y prácticas relacionadas con la mitigación o adaptación al cambio climático que tal plan debería tener en cuenta.
Una vez más, como decíamos al inicio, se busca incrementar la producción sin atender a las características, posibilidades de vinculación y manejo de los bienes comunes naturales, apelando a que las tecnologías, ahora las “Agtech”, resolverán los problemas generados por otras tecnologías, permitirán incrementar la productividad sin atender al modo en que se hace y sin tener en cuenta al acceso seguro y continua de nuestros ciudadanos a alimentos sanos y saludables. Cabe también subrayar que el paradigma agroecológico, sin dar recetas, brinda la posibilidad de diseñar, planificar y llevar a la práctica agroecosistemas verdaderamente sustentables, viables desde el punto de vista económico, respetuosos de los saberes de nuestros agricultoras(/as y conllevan a la consecución de la soberanía alimentaria.
Javier Souza Casadinho
Coordinador Red de Acción en plaguicidas y sus alternativas Argentina
[1] Pesticide Action Network 2018 Lista de plaguicidas altamente Peligrosos de PAN Internacional. Traducción al español de Graciela Carbonetto, actualización de Lucía Sepúlveda y María Elena Rozas de la Oficina de Comunicaciones y Administración de RAP-AL https://rap-al.org/