Buenos Aires Argentina, 9 de octubre de 2020/ Desde la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas rechazamos la aprobación, con el objetivo de promover el cultivo y comercialización, del trigo HB4 tolerante a la sequía proveniente de la empresa Bioceres. Recordemos, que las plantas transgénicas han sido creadas por los seres humanos introduciéndonos las profundidades de la constitución genética a partir del intercambio de genes entre especies que nunca podrían hacerlo de manera natural.
Desde hace 25 años alertamos que la promoción y cultivo de vegetales genéticamente modificados no han cumplido ninguna de las promesas que se anunciaron desde 1996. No hay producido una reducción en la utilización de plaguicidas, ni una merma en los costos de producción, tampoco han promovido, en sí mismas, un incremento en los rendimientos, y lo que es más importante no han detenido ni la pobreza , ni el hambre en el mundo. Muy por el contrario, junto la expansión de monocultivos bajo un estilo de siembra directa basado en la aplicación de herbicidas ha suscitado la utilización de plaguicidas y con ellos un incremento en los costos de producción, un aumento en la escala de las unidades de producción y desde allí procesos de concentración económico – productivo, tal como lo demuestran los datos del último censo agropecuario realizado en el país.
En segundo término, volvemos a tropezar con la misma piedra al internar resolver con nuevas tecnologías los problemas recreados por otras tecnologías. En este caso crear y liberar al ambiente semillas tolerantes a la sequía implica no tener en cuenta que la agricultura, a partir de la utilización de fertilizantes nitrogenados, los modos de labranza y la sobreutilización de insumos y combustibles, es responsable de una tercera parte de los gases de efecto invernadero. Las sequias, las inundaciones y otros eventos extremos producto del cambio y variabilidad climática reconocen su génesis en un modo de relacionamiento instrumental con el ambiente del cual derivan prácticas y tecnologías altamente contaminantes.
Por último, las preocupaciones de un sector de la ciencia, de una parte, de los productores y de las empresas de transformación pasa por la existencia de dificultades en la comercialización del trigo con destino a Brasil dada los problemas de segregar el trigo transgénico respecto del convencional. En este sentido cabe la pregunta ¿qué sucede con los consumidores argentinos? Parecería que las frases “defendamos la mesa de los argentinos “o “Promovemos la soberanía alimentaria” no tienen en cuenta una de las dimensiones más importantes de este derecho, constituido por la calidad intrínseca de los alimentos visiblemente alterada al tratarse de productos modificados en su misma esencia.
La tan mencionada sustentabilidad de los agroecosistemas, la soberanía alimentaria y la adaptación crítica al cambio climático no se lograrán incrementando la utilización de semillas transgénicas asociadas a un paquete tecnológico costoso y contaminante sino con la diagramación y puesta en juego de sistemas agroecológicos respetuosos de las relaciones sociales y de los procesos naturales.
Javier Souza Casadinho
Coordinador Regional RAP-AL